LO CELO

Zelo - Madre Clélia Merloni

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LO CELO EN LA VIDA DE MADRE CLELIA

“Lo que les aconsejo vivamente es tener un poco de celo por la gloria de Dios, porque es imposible amar a Dios y no trabajar para su gloria”. (Madre Clelia)

Testimonio de la Positio

Introducción

La virtud del celo apostólico está muy presente en los escritos de Madre Clelia; es la virtud que se opone a la indiferencia, a la pasividad y a la comodidad.

Partiendo del ejemplo de los apóstoles y de los santos, Madre Clelia exhorta a sus hijas a la práctica incansable del celo apostólico: celo por las almas, celo por la gloria del Sagrado Corazón, celo por el bien del prójimo.

¡Caritas Christi Urget Nos!

Era frecuente en la Madre hacer notar a las hijas que no podían ser llamadas Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús sin ser celosas por la gloria de Dios y la salvación de las almas. No es por casualidad que les propuso un lema que luego fue incrustado en el mármol al centro del piso de la capilla de la Casa Madre: ¡Caritas Christi urget nos!

El celo de la Sierva de Dios por la salvación de las almas era algo peculiar en su espiritualidad. La salvación de las almas era uno de los objetivos explícitos en la obra fundada por ella que tenía como apostolado específico la conversión de los pecadores.

La denominación “Apóstol del Sagrado Corazón” indicaba, por lo tanto, el celo por la reparación de las ofensas realizadas al Corazón de Jesús por cada pecado y trasgresión humana.

Un testigo afirma:
“La Sierva de Dios ardía de celo por las almas y se preocupaba por su salvación eterna; oraba constantemente por los pecadores”.

Además de la preocupación por la salvación de las almas, a través de los testimonios se puede percibir que la Madre tenía un celo por la formación cristiana de las personas que estaban cerca de ella.

Confirma un testigo:
“Otra de sus preocupaciones fue la de enseñar la doctrina cristiana a quienes no la conocían; se dedicó mucho a la enseñanza de la doctrina a los niños buscando inculcar en sus corazones el amor a Dios, a la Virgen Santa y a la virtud”.

Considerando los ciertos y convincentes ejemplos citados por los testigos, se puede afirmar que la virtud del celo apostólico arriba descrito constituye un proyecto de vida que ha caracterizado toda la misión de la Sierva de Dios en su voluntad de conformarse según el ejemplo de los Apóstoles.

Modelo de los Apóstoles

Uno de los testigos confirma la importancia del título de la congregación por ella fundada, en la cual el modelo de los apóstoles, discípulos de Jesús de Nazaret, debería motivar siempre el ser y la acción de cada una de sus hijas:
“¡Cuántas, cuántas invocaciones, cuántas súplicas al emprender una cosa de tan alta importancia! Es dotada de un espíritu enérgico, más bien emprendedor, dotada de celo y de caridad, fue impulsada a llamar su Fundación con el título de “Apóstoles del Sagrado Corazón” porque ese título debería recordar a cada instante, a ella y a sus hijas que la seguirían, los altos deberes que un día cumplieron en la tierra los Apóstoles del Nazareno y de los cuales nosotros hemos de continuar generosamente el ejercicio en medio del prójimo”.

Sus hermanas afirman unánimemente que la Madre amó a Dios sobre toda cosa en todas las fases de su vida y manifestó este gran amor en un celo ardiente por la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Un testigo recuerda:
“¡Cuánto deseaba que el Sagrado Corazón fuera conocido y amado! Repetía a menudo en sus exhortaciones: Jesús tiene sed de almas y pide a las almas consagradas, oraciones y sacrificios para sacarlas de la perdición. Su oración era universal”.

La total dedicación a la valiente extensión del Reino de Dios es claramente demostrada por el espíritu misionero de la obra por ella fundada, como es evidenciado por un testigo ocular:
“Las casa religiosas que ella abrió, primero en Italia y después en el extranjero, no podían ser otra cosa más que la demostración de su gran amor a Cristo y a las almas”.

Celo por la conversíon de los pecadores

En cuanto al celo por convertir a los pecadores, un episodio relacionado con esto le sucedió a una joven durante la última parte de su noviciado, ella relata:
“Una señora que vivía en el edificio contiguo a nuestra Casa Madre, un día muy preocupada nos llamó, pidiendo oraciones por un pariente suyo que estando al borde de la muerte no tenía la intención de reconciliarse; llegada esta petición de oraciones a Madre Clelia, inmediatamente pidió rezar por esta intención; dirigida a nuestra Maestra pidió que nosotras, las novicias, rezáramos en modo particular por el bien de esa alma; de hecho nos recogimos en oración y al día siguiente supimos que aquel señor enfermo se había vuelto a acercar a Dios”.

Una vez que Madre Clelia regresó a su Instituto, a pesar de su frágil salud y la vida retirada, no cesaba de velar por el bien de sus hijas y de todos aquellos que el Señor le había confiado, ofreciendo su vida por la conversión de muchos pecadores, incluso su padre.

Conclusión

El apostolado de Madre Clelia abrazaba los pobres, los afligidos y los necesitados de todo tipo. Su impulso misericordioso sacaba fuerzas de la cercanía al Sagrado Corazón y del deseo de ponerse sobre las huellas de los primeros enviados de Cristo. Ella trataba de ayudar a todos reconociendo la urgencia del socorro material, pero también y sobre todo el drama de la pobreza espiritual.

Para reflejar:
1- Dado el escenario actual, tenemos un profundo deseo de cambiar el mundo. El Papa Francisco, en una homilía pronunciada el 3 de enero de 2014 en la Iglesia de Jesús en Roma, dirigió a la audiencia algunas preguntas que hoy podemos dirigir a nosotros mismos: ¿Somos audaces? ¿Nuestro sueño vuela alto? ¿El celo nos devora? (Salmo 69,10) ¿O somos mediocres y satisfechos de nuestras experiencias de laboratorio apostólico?
2- ¿Cómo hacer para aumentar nuestro compromiso con la propagación del Reino de Dios? ¿Buscamos de inspirarnos en el Corazón de Jesús y de estar cerca de Él?