LA ESPERANZA DE MADRE CLELIA
“Sí, Dios mío, solo porque te demoras en escucharme, yo espero en que me escucharás; y aunque más me rechaces, más me abandonaré con ardor y confianza entre vuestros brazos paternos”. (Madre Clelia)
Testimonio de la Positio
Introducción
La esperanza cristiana surge de la realidad histórica, concreta y precisa de la realización de la promesa de Dios, proclamada y garantizada en plenitud en la Resurrección de Cristo. Para Madre Clelia la esperanza fue un verdadero programa de vida libremente elegido, una actitud de constante y confiada espera de la realización de esta promesa.
Esperanza como adhesión a la voluntad de Dios
En cada instante de su vida Madre Clelia ha testimoniado su firme adhesión a la voluntad de Dios, a la que ha respondido siempre con una gran esperanza. Ella siempre se ha sentido hija de Dios, Creador y Padre, abandonándose completamente en sus brazos.
Afirma un testigo:
“La Sierva de Dios continuamente manifestó su esperanza en Dios: ya sea cuando Él da, como cuando Él quita, porque lo reconocía como el Padre que todo lo ve y que, a su debido tiempo interviene y provee, tanto para las necesidades humanas como para aquellas del espíritu.
El completo abandono en los brazos del Padre constituía el hilo conductor de la vida: esta visión la llevaba a estar fuertemente convencida que Dios cuidaría de su futuro, del futuro de la Congregación como del futuro de las persona a ella confiadas.
Esperanza en los bienes eternos
Sabemos que la fe en Cristo hace que la esperanza se transforme en certeza, sobre todo en aquello que reguarda a la salvación; entonces la esperanza da un amplio horizonte a la fe y lleva al alma hacia la verdadera vida. Bien se puede decir que Madre Clelia poseía una esperanza ilimitada, de hecho tenía sus ojos siempre fijos hacia la meta del Paraíso, miraba a los santos, como intercesores que la habían precedido en el cielo. Reflexionaba a menudo sobre las realidades sobrenaturales y nutría una profunda esperanza de alcanzar el premio eterno.
Esperanza y oración
Al ejercicio de la esperanza por parte de Madre Clelia, se asociaba su excepcional espíritu de oración, esto para decir que la primera encontraba impulso y era reforzada por la segunda. A pesar de los tiempos difíciles, la madre no se desanimó nunca, confiando ciegamente en el arma de la esperanza: mayores eran las dificultades que se presentaban y más intensa era su oración.
Son significativas las palabras de este testigo: “Yo pienso que, solo el saber aceptar y esperar rezando, la solución de los problemas complicados de las hijas del Instituto, demuestra cuán viva, estable y sólida era en ella la virtud de la esperanza. La Madre Fundadora, en los momentos difíciles del Instituto era habituada a decir: “oremos, aceptemos, reparemos”.
Esperanza en las angustias del espíritu
Hay un período de la vida de Madre Clelia en el cual las dificultades que reguardaban su fundación o su persona se hicieron totalmente abrumadoras, tanto que la madre fue obligada a abandonar la congregación por ella misma fundada. Fue un tiempo tanto doloroso, como heroico, porque ni por un momento Madre Clelia dejó de esperar, confiada en que superaría dignamente esta prueba y retornaría luego entre sus hijas.
Lo confirma un testigo:
“Siempre fue sostenida por la esperanza teologal especialmente en las angustias del espíritu, sobre todo en los tristes años de su salida de la congregación, ella rezó y esperó siempre en que los problemas se resolverían, reencontrando la armonía y así regresar a la familia espiritual por ella fundada. Su firme esperanza fue recompensada después de años de espera, con el reingreso a la Congregación”.
Durante su exilio fue precisamente la virtud de la esperanza que la ayudó a soportarla pobreza, la precariedad de su salud y todos los sufrimientos del espíritu. Los testimonios que dan cuenta de este período de su vida la recuerdan optimista y llena de la luz divina: sólo la presencia de una ferviente esperanza podía hacer que no cediera nunca a la desesperación, ni aún en los momentos más oscuros.
Difusión de la esperanza
Una virtud así radiante no podía no revelarse y difundirse. Hacía de ella un faro de esperanza para cualquiera que la conociera.
Afirma un testigo:
“Por la esperanza puedo decir que la madre infundía fe en Dios y animaba a cualquiera que estaba en dificultad, guiándolo al Sagrado Corazón de Jesús y de María, asegurando que si lo hacía con viva esperanza y seguridad en la bondad y en el poder de Dios, obtendrían sus gracias”.
“Recuerdo como un estribillo una de sus frases: “Continúa a confiar y esperar contra toda esperanza, en el poder del Sagrado Corazón de Jesús”.
Conclusión
La esperanza de Madre Clelia era inquebrantable. Vivió abandonada en los brazos de la Divina Providencia, sin jamás perder la certeza de ser siempre y donde sea asistida por Dios, manteniendo la serenidad en el trato, la paz del corazón y la paciencia en las inenarrables pruebas.
Resumiendo, resulta claro que el único objetivo que Madre Clelia tenía fijo delante de sus propios ojos era el goce de Dios: como el Alfa y la Omega de la vida,como principio y fin de toda aspiración y de todo trabajo, como el punto de llegada y como el medio, gracias al cual se llega al final del camino.
Para reflejar:
1- ¿Qué te dice la esperanza de Madre Clelia?
2- ¿Qué puede decir Madre Clelia al hombre de hoy perdido delante del mal y de la violencia que lo circundan, desanimado por sentirse impotente?
3- ¿Es posible vivir hoy la esperanza como la vivió ella?