VIA CRUCIS

Home Oraciones VIA CRUCIS

VIA CRUCIS CON LA BEATA CLELIA MERLONI

“No temas a la cruz; no huyas de los brazos de Dios, que con amor se extienden hacia ti; no digas que no a tu dulce llamada.” (Bleata Clelia Merloni)

1ª. ESTACIÓN – JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos cómo Jesucristo, después de ser azotado y coronado de espinas, fue injustamente condenado a la muerte de Cruz por Poncio Pilato.

Tú me dices que no sientes el amor de Dios en tu corazón. ¡Pero no sabes que Él es nuestro Padre, aquel que nos ha creado, que nos ha redimido por medio de su pasión y muerte, que nos concede gracias a manos llenas y que nos ama con un amor infinito! ¿No sabes, hija, que el amor hacia Dios es el medio más eficaz para alcanzar la perfección? Cuando se ama verdaderamente a Dios, no se tiene otra voluntad que la suya, no se ama sino aquello que Él ama, no se odia sino aquello que Él odia, se hace todo aquello que Él manda y nada de lo que nos prohíbe; y de ese modo se observa toda la ley. (Antología espiritual p. 58 – HM 72)

2ª. ESTACIÓN – JESÚS CARGA LA CRUZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos a Jesucristo caminando hacia el Calvario, con la cruz sobre sus hombros. Él piensa en nosotros y se ofrece a Dios, por nuestra salvación, a través de la muerte que va a padecer.

Si las injurias, blasfemias, sacrilegios y tantas otras iniquidades que inundan como torrentes la faz de la tierra, te encontraran insensible, si los males que afligen a la Religión, los dolores que angustian a la Iglesia, no pesan sobre tu alma como un peso gravoso, debes golpearte el pecho gimiendo y decir: “¡Qué miserable soy, creía amar a Dios y sólo ahora me doy cuenta que no lo amo!” (Antología espiritual p. 114 – HM 75).

3ª. ESTACIÓN – JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos que la carne de su Cuerpo está desgarrada por los azotes, su cabeza coronada de espinas. Su Sangre fluye en abundancia. Su debilidad es tan grande que es muy difícil dar un paso.

…te dispones a excavar en tu alma, con el espíritu de sacrificio y de obediencia, un surco profundo en el cual la gracia lanzará la semilla de las virtudes destinadas a dar frutos de caridad y de paz… Ten cuidado, que el demonio te hará sentir con frecuencia el peso del cansancio y frecuentemente te atormentará con la duda de estar haciendo un trabajo inútil. (Carta escrita el 08/02/1912)(Un Corazón nos ama; Vol. 2, Libro 10, Carta 10, p. 225)

4ª. ESTACIÓN – JESÚS ENCUENTRA A SU AFLIGIDA MADRE

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos el encuentro de María con Jesús en este camino de dolor. El Hijo mira a su madre y ella mira a su Hijo. Estas miradas que se intercambian, traspasan, como otras muchas flechas, sus corazones que tan tiernamente aman.

Toda la perfección de un alma consiste en no tener voluntad propia, sino solo la voluntad de hacer y sufrir todo lo que plazca al Señor, y tal es la disposición del Corazón de María. Sin exaltarse pensando en la dignidad y alegría de la Madre de Dios, ni abatiéndose ante los sacrificios que le serían pedidos, y que habrían hecho de ella la Madre de los Dolores y la Reina de los Mártires, antes que la Madre de los consuelos y la Reina del Cielo; con su espíritu perfectamente en calma, se abandona en todo a las disposiciones de Dios. (Un Corazón nos ama; Vol. 1, Libro 3, Carta 3, p.127).

5ª. ESTACIÓN – JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos cuán débil está Jesús que sus enemigos temen que muera en cualquier momento. Entonces obligan a un tal Simón de Cirene, que regresaba del campo, a ayudar a Jesús a cargar la Cruz.

Respetarse, compadecerse, ayudarse mutuamente – Estoy segura que harán todo el esfuerzo por hacer el bien e ir adelante estando de acuerdo entre ustedes, día a día, teniendo en vista solo el bien… ¿De qué les serviría que los sacrificios no fuesen recompensados porque no son meritorios? Sean obedientes, respetuosas, perdónense, compadézcanse mutuamente, discúlpense los defectos. ¿Y quién no los tiene? ¡Ah, si pudiera tener este consuelo de saberlas un poco más tranquilas! ¡Si supiesen, cuánto se angustia continuamente su Madre por cada una de ustedes! ¡Oh, denme el consuelo de saberlas buenas y en paz! ¿Puedo esperarlo? (Antología espiritual p. 61-62 – HM 60).

6ª. ESTACIÓN – LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos cómo la Verónica, al ver a Jesús extenuado, con el rostro bañado en sudor y sangre, le presenta una toalla.

¡Ah! buena hija, compruebe si es verdad que los disgustos y las cruces nos acercan siempre más a Dios. El dolor nos estrecha a Él de modo que, ante las consolaciones divinas, el alivio y la ayuda de las criaturas se eclipsan ante nosotras… ¡Sólo de Dios tenemos necesidad; sólo Él conoce el secreto para consolar nuestro corazón abatido, y solamente en Él encontraremos siempre el verdadero consuelo para nuestros males! (Antología espiritual p. 143)

7ª. ESTACIÓN – JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos que nuestro Señor ya estaba sufriendo mucho y esta nueva caída agudiza aún más su dolor, renovando todas las heridas de su cabeza y de su sagrado cuerpo.

El Sagrado Corazón le envió esta cruz para poder hacerle adquirir otros méritos y porque la quiere atribulada como todas las almas a Él predilectas. Coraje, pues, y confianza en el Señor que todo lo permite para nuestro bien, también en las mismas tribulaciones y cruces, y nos asiste y nos da las fuerzas necesarias para que podamos adquirir abundantes méritos para el Paraíso. Sí, nuestro único consuelo, entre tantas miserias de la vida, es el pensamiento de una recompensa eterna allá arriba, recompensa que será tanto mayor cuanto más intensos sean los sufrimientos. (Antología espiritual p. 84 – HM 10).

8ª. ESTACIÓN – JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos a Jesús, regando con su Sangre el camino del Calvario. A las mujeres Jesús dice: “No lloren por Mí, lloren por ustedes y por sus hijos”.

…sal de ti misma, impón silencio por un momento a la voz de la naturaleza y pregúntate a ti misma: “¿Quién soy yo? Una Esposa de Jesús”. Piensa que Jesús, movido por la sed de almas que lo devora, subió y sube también hoy al Calvario, se sacrifica y perpetuamente muere en el Santo Sacrificio del Altar. Tú deseas estarle unida siempre, siempre; pues bien, es necesario que tu alma sea a veces consolada y otras atormentada, que tú pases de la luz a las tinieblas, de la calma a la angustia y que digas siempre y amorosamente: “¡Fiat!” (cfr. HM 387).

9ª. ESTACIÓN – JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos qué excesiva es su debilidad, y no menos excesiva es la crueldad de los verdugos, que lo obligan a acelerar el paso, cuando Él a duras penas puede mantenerse en pié.

Piensa que ninguno de nuestros suspiros y ninguna de nuestras lágrimas quedarán sin recompensa: Dios las recoge para poder dar a alguna alma más infeliz que nosotras el auxilio para salvarla. ¿Y tú te rehusarás? ¿Tendrás coraje de decirle a Jesús que tu cruz es demasiado dura, cuando se elevan los gemidos de millones y millones de criaturas privadas de paz, de consuelo y de perdón? Medita todo lo que te dije y sentirás nacer en tu corazón una gran fuerza y una voluntad decidida de sacrificarte con aquella generosidad que te pide el buen Jesús. La vida es breve, los dolores y las lágrimas tendrán fin allá, en el bello Paraíso. (Antología espiritual p. 147 – HM 87)

10ª. ESTACIÓN – JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos con qué violencia los verdugos desnudan a Jesús y, como la túnica está pegada a su Cuerpo, desgarrado por la flagelación, con el mismo acto le arrancan la carne.

De ahora en más, ante cualquier humillación, haré de cuenta que es un trozo de la vestidura de oprobio que llevó mi querido Jesús; y estrecharé junto a i corazón, con todo mi afecto, una reliquia tan preciosa. La conservaré siempre como el uniforme que me distinga como una verdadera seguidora suya. Con esta finalidad haré, por amor de Jesús, algunas acciones abyectas que más cuestan a mi amor propio, y que más me humillarán a los ojos de los demás. (HM 444).

11ª. ESTACIÓN – JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos cómo Jesús, arrojado violentamente sobre la Cruz, extiende sus manos y ofrece al Padre Eterno el sacrificio de su vida por nuestra salvación. Los verdugos lo clavan con clavos.

Represéntate frecuentemente al divino Salvador y Esposo Crucificado verdaderamente cara a cara, y piensa quién sufre de ustedes dos; verás enseguida que tu mal es mucho menor (HM 9). No tengas miedo a la cruz: Dios es Padre, y la mide siempre de acuerdo a nuestras fuerzas; además, de ella destila la Sangre divina, que nos regenera y es fuente de todas las alegrías reservadas para nosotros allá arriba. (HM 24)

12ª. ESTACIÓN – JESÚS MUERE EN LA CRUZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos a Jesús agonizando en la cruz durante tres horas. Finalmente, exhausto de dolor, se abandona al peso de su Cuerpo y diciendo: “Tengo sed”, inclina la cabeza y muere.

Pónganse a los pies del Crucificado,… y miren, si pueden reconocer en su alma una copia del divino Redentor;… si, a Su lado, ¡han quedado y tienen la firme intención de permanecer hasta la muerte, colgadas de los clavos de los santos votos, con la cabeza coronada por las espinas de las angustias interiores que a Él pluguiese mandarles! Y no se levanten antes de haber tomado una de esas resoluciones que les lleve al alma la paz, y sea un imán de gracias para el Instituto, para las almas que Dios les confía, y causa de alegría para el Corazón de Jesús. (HM 356)  

13ª. ESTACIÓN – JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos cómo, después de la muerte del Señor, dos de sus discípulos, José de Arimatea y Nicodemo, lo bajan de la Cruz y lo colocan en los brazos de su Madre dolorida, quien lo recibe con amor y lo aprieta tiernamente sobre su corazón.

Recuerde, que los holocaustos atraen sufrimientos y, por consiguiente, los llevan al alma que los hace. ¿Cómo quiere, hija, que el Señor no le mande sufrimientos, cuando usted misma eligió como Esposo a un Dios crucificado? Mire, baje un momento los ojos al crucifijo que tiene sobre el pecho, y dígame después si tiene coraje de rechazar la cruz que le manda el Sagrado Corazón. Recuerde con frecuencia que el que sufre está en los brazos de Dios. Si Él no la hiciera padecer, sería una señal de que la encuentra indigna del estado que abrazó, sino inmerecedora de sus carismas, que consisten precisamente en el padecer. (HM 204)

14ª. ESTACIÓN – JESÚS ES SEPULTADO

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos a los discípulos caminando hacia el sepulcro para darle sepultura a Jesús. María los acompaña; enterrando el Cuerpo inanimado de su Hijo Jesús con sus propias manos.

… ya que ustedes desean conocer las disposiciones interiores que debemos tener cuando vamos a acostarnos, heme aquí, pronta a satisfacer sus santos deseos. En el momento de acostarse, deben desear vivamente despojarse de ustedes mismas y de todos sus apegos a las cosas caducas de este mundo, después de haber perdido el de la inocencia. Al acostarse deben honrar a Jesús, que realizó este mismo acto, y rendir homenaje al misterio de su muerte y de su sepultura. Imagínense su cama como su tumba, sus sábanas y sus cobijas como su sudario, el sueño como imagen de la muerte y tengan los sentimientos con los quisieran ser halladas en su último respiro, aceptando la muerte con el consiguiente estado de corrupción; y deseen que el mundo se separe de ustedes como se separa de un cadáver, y las olvide como se olvidan a los muertos. (Antología espiritual p. 50 – HM 369).

15ª. ESTACIÓN – JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS

D. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
T. Porque por tu santa cruz redimiste el mundo.

D. Consideremos el valor de estas mujeres yendo al sepulcro. Y cómo recibieron con alegría las palabras del ángel “¡Jesucristo, que fue crucificado, ya ha resucitado!”

Al final de la vía dolorosa, no antes, te será permitido mirar hacia atrás; y entonces verás, con agradable sorpresa, todo florecido el surco excavado con tantas dificultades, y te alegrarás de haber perseverado, de encontrarte entre aquellos que, con la perseverancia, se hicieron merecedores del gozo de las Nupcias inmortales. (Carta escrita el 08/02/1912)