LA FE DE MADRE CLELIA
“Nuestra fe debe ser mayor que la de los emás debe resplandecer y brillar en nosotras”. (Madre Clelia)
Testimonio de la Positio
Introducción
La fe de la Sierva de Dios tuvo un carácter verdaderamente singular, la suya era una fe fuertísima, evangélica, que animaba a la multitud de las otras virtudes. Esta fe la Madre la conservó en todo momento de su vida, ninguna dificultad conseguía removerla, por el contrario, la consolidaba aún más porque creía profundamente que Dios no la abandonaría jamás.
Fe y vida
La fe de Madre Clelia, sostenida por la oración, era reforzada por su gran esfuerzo personal, basada en la Palabra de Dios y guiada únicamente del criterio evangélico. Aprovechando abundantemente la fuente bíblica ella ha plasmado todo su ser y toda su vida. Testimonia un testigo: “En un tiempo en el que no se podía leer libremente la S. Escritura, ella con pleno espíritu eclesial, nutrió su alma con la lectura de la S. Escritura, especialmente con el Nuevo Testamento, que no sólo lo leía, sino que lo asimilaba, meditaba aquello que leía hasta transformarlo en su modo de pensar y de vivir”.
La fe en la sierva de Dios constituía el alma de cada pensamiento y de toda acción, la suya era una fe viva, activa, que no se detenía en la comprensión de las verdades , sino que las vivía.
Confirma un testigo:
“puedo decir que la Sierva de Dios vivió una fe sobrenatural y la manifestó con palabras, demostrándola particularmente con los hechos”. Esta su fe se hacía evidente en sus actos de fe en la divina Providencia, en la oración personal y comunitaria, en el inculcar los principios de la fe, primeramente en el propio corazón y después también en los otros, en su filial apego a Dios y en su pleno abandono a Su Voluntad.
Fe y oración
También a través de la oración comunitaria y personal la sierva de Dios se sumergía en los misterios de la fe. La oración de Madre Clelia se nutría de esta fe y al mismo su fe se revelaba a través de la oración. Cuando oraba era concentrada y atenta.
Relata un testigo:
“Por lo que yo puedo entender de la fe y por cómo me lo han enseñado en el catecismo, puedo afirmar que Clelia Merloni profesaba la fe heroicamente. Ella creía firmemente en Dios y oraba mucho: siempre, siempre, siempre. También a nosotros nos recomendaba creer en Dios y amarlo con todas las fuerzas”.
Una de las pruebas más convincentes de que la sierva de Dios estaba inflamada del espíritu de fe lo vemos en el hecho que, obligada a permanecer en la cama y privada de fuerzas, iba al coro al que tenía acceso desde su cuarto para permanecer largo tiempo con Jesús. Cuando llegaba el silencio de la noche, a la sombra de la luz del tabernáculo, pasaba horas y horas en continua oración. Las oraciones que recitaba en la presencia de las hermanas eran espontáneas, vibraban de amor y de fe.
Fe y Eucaristía
Su fe se dirigía al culto de la SS. Eucaristía; ella prescribió la exposición del SS. Sacramento un día a la semana; además de los fines de semana que se tenía la hora santa nocturna con el fin específico por la santificación de los sacerdotes.
Cuenta un testigo:
“Yo recuerdo a la Madre como a una gran mujer de fe. Solo su fe en el S. Corazón, presente en la Eucaristía, la sostuvo en la larga espera, segura de que el Instituto saldría de la prueba exitoso”.
Fe en las grandes pruebas
Merece una mención particular la visión de fe de la sierva de Dios como respuesta orante a toda adversidad. Escuchemos un testimonio:
“Situaciones de dolor no le faltaron, pero Clelia reveló siempre un gran espíritu de fe: en cada advenimiento doloroso veía siempre la mano de paterna del Señor que todo lo permite solo por el bien verdadero de sus hijos dilectos y cuando las hermanas pensaban confortarla evidenciando la maldad y las intenciones poco caritativas de quienes le eran causa de sufrimiento, ella nunca escuchó semejantes discursos, sino que animaba siempre a ver la voluntad permisiva del Padre celeste y disculpaba a todos”.
Otro testigo confirma diciendo:
“Considerando sobre todo el duro camino recorrido por la sierva de Dios de Viareggio a Roma, pienso que sólo la luz de la fe sostuvo sus pasos. Humanamente hablando las dificultades encontradas debieron haberla detenido”. El ofrecimiento de sí misma que ella hizo a Dios, fue aceptada por Él, permitió que se sucedieran pruebas inenarrables, como enfermedades, incomprensiones, maledicencia y calumnias que exacerbaron su corazón, pero no doblegaron su fe.
Conclusión
La fe ha sostenido toda la vida de la sierva de Dios y ha sido la savia que ha impregnado cada momento de su existencia. Madre Clelia ha profesado una fe heroica en lo ordinario de la vida aceptando todos los advenimientos como permisiones de Dios.
Los últimos dos años pasados en la casa general en Roma, se transformaron en la bellísima coronación de toda su existencia terrena, demostrando sobre todo que gracias a su inquebrantable fe, atravesó el mar borrascoso de la vida sin nunca vacilar.
Para reflejar:
1- Qué te dice la fe de M. Clelia?
2- Qué puede decir M. Clelia al hombre de hoy que se le hace difícil creer?
3- Es posible vivir hoy la fe como la vivió ella?