LA EUCARISTÍA Y EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN MADRE CLELIA MERLONI
“Te dejo a los pies de Jesús Sacramentado, para que desahogues delante de Él tus penas, tus temores, tus deseos ”. (Madre Clelia)
Testimonio de la Positio
La devoción de Madre Clelia a Jesús Eucaristía
Madre Merloni supo acoger la intensidad de esta presencia única, en la que Cristo viene al encuentro de su pueblo, permitiendo al Divino Sacramento marcar sus días, llenándolos de confiada esperanza, vivificando toda iniciativa, iluminando toda oscuridad y sanando toda herida. Las hermanas de la Sierva de Dios unánimemente recuerdan cómo la mirada de su Madre era continuamente dirigida a su Señor, presente en el Sacramento del Altar, en el cual ella descubría laplena manifestación de su inmenso amor:
“Madre Clelia fue una enamorada de la Eucaristía: su alma orientada espontáneamente hacia el Tabernáculo debió sufrir la pena de ser privada de él durante todo su doloroso exilio. Reencontró en la Casa General ‘el lugar de sus delicias’, como tuvo a bien escribir, y su vida, desde 1928 hasta su muerte, fue “eminentemente eucarística”.
“Tenía una gran veneración hacia el Santísimo Sacramento. Se levantaba con frecuencia, incluso de noche, para rezar en la tribuna del coro, era vigilante centinela para que la lámpara se mantuviera siempre encendida”.
“No se dejaba abatir por las adversidades de la vida porque le bastaba permanecer en adoración delante del Santísimo Sacramento por algún tiempo para volver a llenar su alma de esperanza y alegría. A veces, quizás después de graves advenimientos se refugiaba en la Capilla y muchas hermanas ancianas que la vieron refieren que debían sacudirla con la mano para hacerla responder porque se abismaba en la contemplación de Dios y en Él se firmaba como en profundo éxtasis”.
La sierva de Dios tenía un gran amor por sus hijas espirituales y aunque se encontraba al final de sus días terrenos, de lo alto del coro guiaba, con voz dulce y segura, el encuentro de la noche con Jesús.
Relata un testigo:
“Cada noche, enseguida después de la cena un grupo de postulantes nos reuníamos en la capilla para una breve visita a Jesús Sacramentado, quedándonos en el último banco. La Madre que usualmente rezaba en su coro situado sobre el Altar, nos escuchaba rezar. Después de algunas noches, en la penumbra de la capilla nos sentimos llamar amablemente: “¡Hijas! ¿Por qué allá en el fondo? Jesús las quiere cerca de Él para hablarles de corazón a corazón, Él las ama mucho”.
Cada jueves a la noche, durante la hora de adoración delante del SS. Sacramento,siempre del coro del segundo piso, donde se encontraba su habitación, se unía a las novicias y sugería la intención de la Hora Santa.
Una testigo recuerda cómo de joven, en Roccagiovine, quedó impresionada del amor de Madre Clelia a la Eucaristía: “El domingo Madre Clelia descendía a la Iglesia para asistir a la Santa Misa, sin embargo antes de regresar permanecía horas en adoración junto al Tabernáculo: oraba mucho, era una verdadera alma de oración que impresionaba mucho.
…Si amo la oración es porque lo aprendí más viendo a la Sierva de Dios en oración profunda que por las instrucciones recibidas. Todos hablaban de la “santa Madre” y yo era contenta de poder verla de cerca para imitarla. Creo que los santos eran todos como ella sobre la tierra.no sólo aprendía a escribir, a trabajar y rezar con las Apóstoles de Madre Clelia, sino que aprendí el amor por la lectura de la vida de los Santos y el amor a la oración delante del Santísimo Sacramento.
La devoción de Madre Clelia al Sagrado Corazón de Jesús
Madre Clelia fue sensible al culto del Sagrado Corazón, fuertemente cultivado y difundido en la Iglesia de su tiempo e hizo de Jesús el Rey y el Centro de su amor. Comprendía que la doctrina del Corazón de Cristo no era hecha para ser conocida friamente, sino más bien para ser vivida y encarnada en la propia vida.
Un testigo afirma:
“El lema de la querida Madre es: “Sólo Dios”; ella era enamorada de Dios. Toda su vida se centraba en el amor al Corazón de Jesús, en la reparación. Sólo Dios era el fin de su vida y el ejercicio de sus virtudes. Nunca estaba satisfecha de aquello que hacía por Jesús y habría hecho siempre algo más, perola obediencia la disciplinaba en todo y ella obedecía de corazón y con el rostro sonriente”.
Ciertamente Madre Clelia conocía las palabras dirigida por Jesús a Santa Margarita María de Alacoque en la tercera gran revelación: – “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no recibe de ellos más que ultrajes” – meditando estas palabras ella fue tocada tan profundamente que se ofreció totalmente al Corazón de Jesús amándolo por encima de toda cosa y proponiendo a la hijas: “El Corazón de Jesús sea nuestro todo”.
Un testigo nos ofrece una reflexión importante:
“Su fisonomía espiritual se puede sintetizar en el hecho de que la Sierva de Dios fue una víctima voluntaria del Sagrado Corazón de Jesús, por el cual vivía y al cual había dedicado su Congregación”.
Precisamente gracias a su vivir totalmente para el Sagrado Corazón, Madre Clelia, habiendo experimentado en su vida sucesivas pruebas, sufrimientos, incomprensiones, hostilidades y habiéndose apoyado confiadamente sólo en Él, pudo sugerir a sus hijas: “Cuando la tempestad ruge, refugiate en la celda del Corazón de Jesús y consuélate con la esperanza que sus promesas hacen florecer perpetuamente toda alma piadosa”.
Consciente de que la devoción al Sagrado Corazón debe ser “la primera y la más querida de las devociones”, exhortaba a las Apóstoles a esculpirse con caracteres de oro en el alma las doce promesas del Sagrado Corazón a Santa Margarita María. Particularmente querida a Madre Clelia era la primera promesa: “Yo bendeciré las casas donde sea expuesta y venerada la imagen de mi Sagrado Corazón”. Tal promesa impulsaba, de hecho, a una misión de apostolado hacia las familias.
Relata un testigo que de niña se vio con Madre Clelia en los últimos años de su exilio:
“La devoción que ella tenía por el Corazón de Jesús era grande y decía siempre que necesitaba tenerfe y rezar al Señor. Su devoción me la transmitió también a mí, de hecho cuando me casé compré un cuadro del Corazón de Jesús y lo puse sobre una mesita con la lámpara siempre encendida. El testimonio de tanta grandeza la tuve el día en que debía dar a luz a mi primer hijo, y era un parto difícil, recuerdo que la partera salió de la habitación per pedir a mi marido que llamara al médico, yo me quedé sola rezando al Sagrado Corazón de Jesús, el cual me ayudó, y todo fue bien”.
La relación entre la devoción a la Eucaristía y al Sagrado Corazón de Jesús
Existe una profunda relación entre la Eucaristía y el Corazón de Cristo. Nacida de la Cruz, del sacrificio de Cristo, la Eucaristía ha surgido de su Corazón traspasado, nacida por tanto de la interioridad de Cristo y de su voluntad de permanecer siempre entre nosotros. El amor con el cual nos ha amado ha sido de tal manera infinito que no le ha permitido olvidarse de nosotros. De este modo, el Corazón de Jesús se encuentra vivo y palpitante en la Eucaristía.
Además, al ser la Congregación por ella fundada dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, este concepto aparecía muy frecuentemente en su lenguaje cotidiano.
Dos testigos relatan:
“Buscaba alimentar y aumentar la intensidad de la vida cristiana a través del culto, en particular de la Eucaristía y del Sacratísimo Corazón de Jesús, tanto así que ha llamado al Instituto “Apóstoles del Corazón de Jesús”.
Madre Clelia era muy devota del Sagrado Corazón de Jesús y le hablaba de Él a cualquiera que se acercaba a ella para visitarla: recomendaba ir a la Iglesia y visitar a Jesús por amor a los hombres permanecía en los Tabernáculos”.
En los escritos de Madre Clelia, en sus enseñanzas, la Eucaristía y el Sagrado Corazón son un binomio inseparable. La reparación a las ofensas infligidas a Jesús, que se ha hecho crucificar por el inmenso amor a la humanidad, hizo en ella muy vivo y relevante el concepto de “víctimas reparadoras”.
Un testigo expresa:
“La Madre nos exhortaba a mirar el Tabernáculo… a visitar muchas veces durante el día a Jesús Sacramentado, “cual prisionero por su gran amor”. Nos explicaba que nuestras visitas debían suplir el olvido de cuantos lo olvidan”.
La participación en el misterio de Cristo Eucarístico alimentaba su singular amor hacia el prójimo, le daba la valentía para llevar adelante su obra, le concedía la fuerza de soportar las numerosas renuncias que se presentaron al momento de la fundación de su Congregación y hacía de ella una persona extraordinaria, dotada de muchísimas virtudes y de un alma noble y generosa.
Para reflejar:
1- ¿Qué es lo que más te llama la atención de la actitud de Madre Clelia hacia la Eucaristía y hacia el Sagrado Corazón de Jesús?
2- ¿Soy consciente también de la presencia de Cristo en cada persona?
3- Sobre la tumba de Madre Clelia está escrito: “El Divino Corazón de Jesús fue la luz de su existencia. Los pobres, los oprimidos, los infelices su latido más tierno” ¿Late mi corazón con la caridad y la luz del Corazón de Cristo?
4- Proponte hacer cada día una visita a Jesús Sacramentado: encontrarás serenidad, fuerza espiritual, santidad y alegría.