LA VIRGEN MARÍA EN LA VIDA Y EN LOS ESCRITOS DE MADRE CLELIA
“Imploro sobre ustedes, hijas, la materna bendición de María Santísima, para que sus corazones, bendecidos por ella, sean fecundos de flores y frutos de verdadera santidad”. (Madre Clelia)
Testimonios de la Positio
Introducción
María ocupó siempre un puesto singular en la historia del cristianismo. El “sí” dado en la anunciación la hace colaboradora en el plan de salvación de Dios Padre que envió a su Hijo para salvarnos a todos. Con su “sí”, la Virgen María se transformó en Madre de Cristo, de todos sus discípulos, de todos los tiempos y para toda la humanidad. Su presencia materna en la vida de Jesús, de la anunciación al calvario, puede ser contemplada en los Evangelios: ella es la madre que acompaña a su hijo, niño frágil en la gruta de Belén; en su crecimiento, en la vida escondida de Nazaret; en la fase adulta de la vida pública, en el anuncio de la buena noticia, en la curación de las enfermedades del cuerpo y del alma; en el sufrimiento de la pasión y en la alegría de la resurrección y del regreso al Padre. En las bodas de Caná ella es la madre presente y activa que intercede y ayuda a crecer en la fe. En el cenáculo es la mujer orante que acompaña la Iglesia naciente acogiendo el don del Espíritu Santo.
MARÍA MADRE
Haciendo una lectura atenta de los escritos de Madre Clelia, percibimos con corazón de hijas, una sensibilidad puramente materna, sensibilidad que nos induce a creer que la presencia de la Virgen María en su vida fue mucho más incisiva. A través de sus escritos nos exhorta: “Encomiéndate a tu querida mamá María; dile que quieres amar a su Jesús y que lo quieres amar mucho; que te preste su materno corazón para que, con él, tú puedas amarlo sinceramente”. Si nosotros discípulos y discípulas de Jesús recurrimos a María, tenemos la certeza que ella nos enseñará a amar a Jesús de una manera nueva. Madre Clelia comprendió y abrazó esta realidad en su vida.
Afirma un testigo:
“Amaba mucho a la Virgen y nunca la separaba de Jesús y cuando se tenía que encender la llama de la esperanza en algún corazón deprimido, ella encontraba palabras apropiadas para suscitar la paz y la confianza de Dios recomendando recurrir a María. Ella misma, personalmente, había probado hecho la experiencia de la eficacia de esta devoción”.
“Todas las hermanas que la conocieron me dijeron que están de acuerdo al declarar que la Sierva de Dios era desapegada de todo y de todos: estaba unida fuertemente a Jesús crucificado y a su Madre Inmaculada”.
MARÍA MADRE DEL SERVICIO
La mirada contemplativa de Clelia ve en la persona de María un modelo en la práctica de las virtudes, entre ellas emerge el servicio y el amor al prójimo.
El evangelista Lucas, en el texto de la visitación, nos muestra a María que camina presurosa para ir a servir a su prima Isabel ¡El amor está siempre dispuesto a servir al otro! El “sí” pronunciado en la anunciación, la pone en el camino del servicio. Madre Clelia deja trasparecer en sus escritos esta característica de María: mujer al servicio del prójimo.
En una de sus cartas escribe que la Virgen María, desde niña, se pone al servicio de los otros: “acogía siempre a todos con mucha amabilidad, dulzura y gracia, porque estaba siempre dispuesta a prestar servicio, no por la natural bondad de su carácter o por simpatía, o por amor sensible y humano, sino por un deber de fe, por amor a Dios, a quien ella ama y sirve en la persona del prójimo… María nos enseña así a practicar la caridad hacia el prójimo”. Una mirada contemplativa es aquello de lo que tenemos necesidad para cultivar y descubrir, así como Clelia, la belleza y la profundidad del amor que nos pone siempre en camino, el camino del servicio.
Una testigo nos hace saber que:
“La Madre veneraba la fiesta de los Santos, en particular las de la Virgen María; recuerdo que desde el coro recitaba puntualmente el Santo Rosario”. “Tenía un gran celo por la difusión del Evangelio y decía que rezaba mucho por los misioneros porque también ella habría querido serlo, para hacer conocer a Jesús y María”.
MARÍA MUJER DE ORACIÓN
El evangelista Lucas, tanto en los textos de la infancia como en los Hechos de los Apóstoles, deja trasparecer, aunque sea en forma indirecta, algunas imágenes de María como mujer orante.
– En el Cenáculo, en oración con los discípulos.
– En la narración de la infancia donde el autor la presenta como la mujer que guarda en el corazón todos los acontecimientos confirmando así, un camino de íntima unión con Dios.
– En Juan, donde observamos dos momentos significativos: cuando intercede por los esposos en las Bodas de Caná, y en el Calvario, de pié junto a la Cruz, como mujer oferente.
Ciertamente es en la contemplación de cada escena del Evangelio que el corazón de Madre Clelia latió fuerte viendo a la Santísima Virgen no sólo como un modelo de oración, sino confirmando, en la experiencia íntima con el Padre, la belleza y la profundidad de su misión como Madre y mediadora.
De hecho, escribe:
“Recen, hijas mías, recen tanto y, desconfiando de ustedes mismas depositen una filial y completa confianza en el Corazón de Jesús y en la protección de la Santísima Virgen, que fue la Apóstol más fervorosa, la primera de las mártires, porque aunque no derramó la sangre de sus venas, derramó la sangre de su alma dilacerada por la Pasión de su Hijo sobre el Calvario. La santa comunión y el santo rosario: he aquí las dos devociones que yo les recomiendo con todo el corazón ¿Me escucharán?”.
Un testigo sostiene que:
“La Sierva de Dios aceptó con resignación y heroísmo el calvario de su salida del Instituto. Yo digo siempre que si nuestro Instituto ha progresado es porque la Sierva de Dios aceptó esta gran cruz ofreciéndose como víctima al Sagrado Corazón y a la Virgen María”.
“Rezaba siempre y con gusto, la oración era el respiro de su alma enamorada del Sagrado Corazón y de la Santísima Virgen”.
CONCLUSIÓN
Para Madre Clelia, María es la Madre constantemente presente que intuye los sentimientos de los hijos, que cura, que protege y les da calor, que nos hace crecer en el amor hacia su hijo Jesús.
Podemos confirmar a través de sus escritos que la Virgen María no es sólo un modelo de oración, sino un ejemplo significativo y profundo de madre amorosa, de fervorosa apóstol y de donación sin reserva a Dios. “Clelia fue hija atenta y disponible, a semejanza de la Madre y, gracias a esta devoción, se hizo mariana en todo su ser”. Toda su vida estuvo marcada de esta experiencia mariana, tanto que, mirando hacia el fin de su existencia terrena, nuestra atención se detiene en el día de su muerte: 21 de noviembre fiesta litúrgica de la presentación de María en el Templo. Madre Clelia en este día parte a la casa del Padre. Este hecho nos hace ver entre líneas la coronación de su amor filial a María. Ahora en el cielo está con la Virgen María, a quien amó tanto aquí en la tierra.
Para la Reflexión:
1- Qué enseñanza podemos sacar para nuestra vida, considerando el gran amor de Madre Clelia por la Virgen María?
2- María se hizo sierva. También Madre Clelia entró en la dinámica del servicio y yo cómo estoy viviendo la dimensión del servicio en mi vida cotidiana?