¡El carisma de Madre Clelia tiene su origen en el Corazón de la Iglesia que es el Corazón de Cristo!
Carisma Cleliano
El Carisma es dado como don por el Espíritu Santo a la Fundadora, para el bien de la Iglesia en beneficio del pueblo de Dios, tiene su origen en el Corazón de Cristo traspasado por la lanza en la Cruz para la redención del mundo. (cf. Jn 19,34). Ser Apóstol del Amor de Cristo es lo que identifica a la Apóstol del Sagrado Corazón de Jesús. A la luz de lo que Jesús le dijo a Madre Clelia: "Hazte Apóstol de mi amor", la vida de la Apóstol es testimonio de caridad concreta hacia todos.
La misión de la Apóstol debe ser amar el Corazón de Jesús y hacerlo conocer, amar y servir en todas las ocasiones y en todas las formas de apostolado. Para Madre Clelia, la reparación es una característica del amor que consumió su existencia y animó su misión. Ella hizo de su vida una ofrenda diaria al Corazón de Jesús por la conversión de los pecadores. Las Apóstoles, animadas por su ejemplo, no deben perder ninguna oportunidad de hacer el bien y ofrecerle "todas las obras de caridad en que los emplee la obediencia”.
Con corazón compasivo, la Apóstol se comprometa a reconstruir la imagen de Dios en todas las situaciones que menosprecian la vida humana: la ruptura de la familia, el relativismo moral, el abuso de poder, los sistemas políticos, económicos y sociales injustos y las diversas formas de discriminación.
Siguiendo los pasos de la Madre Clelia en los caminos del mundo, las Apóstoles están llamadas a vivir la visión, los valores y la misión de la congregación, elementos fundamentales para guiar la vida y las acciones de las Apóstoles en su servicio a Dios y a la humanidad:
VISIÓN
Ser Apóstol del Amor.
VALORES
UNIÓN CON EL CORAZÓN DE JESÚS
Para la Apóstol, la unión con el Corazón de Jesús, vivida y cultivada en el encuentro con Él, en la Eucaristía y en la Palabra, es el camino de configuración con sus sentimientos para tener sus actitudes en la vida fraterna y apostólica. “Si es verdad que tú amas a Jesús, haz en modo que tu amor transforme tu alma amante en la persona amada del querido Jesús”. (Mg. I, p. 79; HM 265; UCnA, V.2, L. 7, C.2, p. 17; cfr. Fil. 2,5 y Jn 15,5)
HUMILDAD Y CARIDAD
En la enseñanza de Madre Clelia, la humildad es el camino de la santidad y la caridad es su expresión por excelencia: “Mi buen Jesús me hace sentir que la humildad es la madre de la caridad. Él quiere que trate a todos con respeto y bondad y que coloque mi felicidad en las atenciones delicadas, en la amable cortesía, que la verdadera caridad de Cristo inspira y la humildad lleva a cabo” (Diario, p.174). “Adquirida esta virtud (la humildad), tendrán seguramente también la caridad, y entonces serán la alegría de Jesús, como lo debería ser toda Apóstol” (Mg. I, p.159; HM 108; UCnA, V.2, L. 10, C. 14, p. 192).
EL PERDÓN
“[Jesús] quiere que yo ame a quien me ha ofendido, como Él nos ha amado” (Diario, p.191-192; HM 512). Confiando plenamente en la misericordia de Jesús, Madre Clelia enseña, con la heroicidad de su perdón, no sólo a perdonar de corazón todos los agravios recibidos de quienes nos ofenden, sino también a hacerles todo el bien posible, “especialmente que rece mucho por ellos, que los compadezca, los disculpe, y les desee la parte de su gloria en el Cielo” (Diario, p.191-192; HM 512). La Apóstol es exhortada a vivir reconciliada con Dios, con ella misma y con los demás (cfr. 2 Cor. 5:11-21).
REPARACIÓN
A la reparación es una respuesta de amor al Corazón de Jesús. La Apóstol se siente parte de la humanidad herida por el pecado y se ofrece “ilimitadamente y sin reservas” (DM p.92, n.4, p.82) en el sacrificio, en la oración y en los actos de caridad, para la promoción de la dignidad humana, la reconstrucción de la imagen de Dios en todas las realidades heridas, para que Jesús, el Reparador por excelencia, las cure con su Amor. “Ofrece los méritos de la preciosísima Sangre al Padre Eterno por la conversión de los pecadores” (Diario, p. 136).
CELO APOSTÓLICO
La Apóstol, a ejemplo de los Apóstoles, animada por un celo ardiente y dentro de los límites de sus propias fuerzas, es llamada y enviada a llevar a todos y en todas partes la ternura del Corazón de Cristo (cfr. DM 212, n.4, p. 142). La fuerza y la creatividad del celo apostólico dependen de su profundo amor a Dios y a todos (cfr. DM 212, n.4, p.142): “Te auguro que Jesús te conceda aquel espíritu de celo, aquella creatividad que sabe utilizar todos los medios para conducir las almas a su Divino Corazón” (Mg. II, p.119; HM 95; UCnA, V.2, L. 9, C.26, p.192) y “ ... te dejo en esa hoguera de amor, de donde no debes salir más, hasta que te transformes en una verdadera Apóstol del Corazón de Jesús” (Mg. II, p.119; HM 95; UCnA, V.2, L. 9, C.26, p.192).
MISIÓN
Amar y hacer amar el Corazón de Jesús llevando su ternura a todos.
La Apóstol, abierta a los signos de los tiempos, fiel al Papa y al Magisterio, se preocupa por la formación y la promoción integral de la persona. A través de la oración, el testimonio y la acción, colabora en la evangelización y en la transmisión de los valores humanos y cristianos, en todas las realidades, particularmente atenta a las periferias existenciales, y busca una novedad de presencia con valentía y confianza (cfr. DM 1, n. 3, p. 15), fiel a la voluntad de la Fundadora: “Cuanto más veamos el bien por hacer, más debemos hacerlo, y no decir nunca basta” (Mg. I, p. 100; HM 198; UCnA, V. 2, L. 7, C. 6, p. 29)