“¿De qué manera podré llegar a ser santa? Haciendo lo mejor que pueda las acciones que me serán impuestas, cada día.”
- Madre Clelia Merloni
El proceso de Beatificación
Madre Clelia en el camino hacia la santidad
El proceso de beatificación de Madre Clelia comenzó en 1988 a petición del Instituto de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús. Dos años después, se abrió la fase diocesana en Roma. A lo largo del proceso, que concluyó en 1998, alrededor de sesenta testigos de Italia, Estados Unidos y Brasil testificaron sobre la santidad de Madre Clelia.
Tras la presentación de un informe detallado por parte de la Comisión Histórica, la fase diocesana se completó el 21 de mayo de 1999, otorgando a Madre Clelia el título de "Sierva de Dios".
La Positio, un extenso estudio de 1.385 páginas, documentó su virtud heroica y su fama de santidad, recopilando testimonios, documentos y pruebas que iluminaron incluso los momentos más difíciles de su vida. En 2015, tras un minucioso análisis de la Positio, la Santa Sede confirmó sus virtudes heroicas.
El 21 de diciembre de 2016, el Papa Francisco firmó el decreto que reconocía a Madre Clelia como Venerable.
El 26 de enero de 2018, el Santo Padre firmó el decreto que reconocía un milagro atribuido a la intercesión de la Madre Clelia, concluyendo así la fase romana del proceso de beatificación.
La Misa de Beatificación se celebró el 3 de noviembre de 2018, en la majestuosa Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, reuniendo a fieles, religiosas y devotos de todo el mundo. La ceremonia fue un momento de profunda alegría y gratitud, proclamando oficialmente a Madre Clelia Merloni como Beata.
Hoy, Madre Clelia Merloni es un ejemplo luminoso de confianza en la Divina Providencia, enseñando que la verdadera santidad nace de la fidelidad y del amor incondicional a Cristo. Su camino hacia la canonización continúa, y su intercesión sigue siendo fuente de gracia para quienes recurren a ella con fe.
El Milagro
La historia del milagro sucede el 14 de marzo de 1951, cuando el médico brasileño Pedro Ângelo de Oliveira Filho sufre repentinamente de una parálisis progresiva en las cuatro extremidades. Fue trasladado de urgencia al Hospital Santa Casa de Misericordia de Ribeirão Preto. El diagnóstico fue una parálisis ascendente progresiva, llamada síndrome de Landry o síndrome de Guillain-Barré. En pocas semanas, la parálisis se agravó, causando insuficiencia respiratoria aguda y alcanzando la glotis, lo que provocó una gran dificultad para tragar.
El pronóstico era malo dada la gravedad de la enfermedad y los remedios de la época eran insuficientes para curarla, hasta el punto de que los médicos decidieron suspender el tratamiento, ya que la parálisis había llegado a la garganta. El 20 de marzo, el paciente respiraba con gran dificultad y apenas podía tragar saliva. Los médicos informaron a su familia de que esa sería su última noche. En esa situación, Angelina Oliva, esposa del enfermo, acudió a Hna. Adelina Alves Barbosa para pedir oraciones. La Religiosa le entregó una novena a Madre Clelia, con una estampita que contenía un pedazo de la tela del velo que ella usaba. La hermana Adelina, junto con Angelina, sus hijos y otros parientes, se puso inmediatamente a rezar. La hermana Adelina se acercó al enfermo y le dio un vaso de agua donde había colocado la pequeña reliquia. El paciente estaba muy enfermo, pero consiguió tomar un poco del agua.
Después de algunos minutos, los presentes notaron que él conseguía engullir y no perdía saliva.
Hna. Adelina intentó darle una cucharada de agua y él bebió. Después colocó una pequeña cantidad de agua en un vaso y él también lo bebió. Después ella colocó leche en un vaso y el lo bebió sin problemas.
Todos quedaron maravillados con la pronta mejoría, tanto que la Hermana fue a la cocina para preparar una crema para Pedro Ângelo que comió con facilidad. Cuando el médico de turno llegó para hacer el parte por la mañana y encontró al paciente curado, exclamó que era un milagro. La mejoría fue progresiva y en el período de tres semanas él ya caminaba. El día 6 de mayo, recibió el alta del Hospital porque la curación fue completa, permanente y sin síntomas. El médico murió el 25 de septiembre de 1976 debido a un paro cardíaco,por lo tanto, por una causa completamente diferente de su enfermedad anterior, y después de veinticinco años de su recuperación milagrosa.