Un día se presentó un hombre con un traje un tanto extravagante y la Hermana que fue a abrirle, presa del miedo, se apresuró a cerrar la puerta sin darle limosna. Cuando la Madre se enteró de esto, envió inmediatamente a la Hermana a buscar a aquel pobre hombre por las calles de la ciudad y que diera vueltas hasta encontrarlo para ofrecerle caridad. Afortunadamente pudo encontrarlo, por lo que el asunto terminó en paz. (Testimonio de Hna. Amelia Soria, que siguió a Madre Clelia al exilio)